San Giorgio​

Es fantástico estar de espaldas a la Piazza San Marco, y desde el muelle contemplar la cuenca de San Marco. Puedes ver la punta triangular de la Dogana y la isla de Giudecca, donde domina la imponente Iglesia del Santissimo Redentore. Si arrastras la mirada de derecha a izquierda por toda la isla de Giudechina y en un punto determinado, el ojo da un salto sobre un pequeño canal y finalmente ves la isla de San Giorgio. No es casualidad que millones de turistas cada año fotografíen a lo largo y ancho de este islote del que brota la tradicional y bella línea de la basílica de San Giorgio Maggiore y su monasterio. No es casualidad que decenas de pintores cada año decidan atrapar en sus cuadros la asombrosa visión de la isla de San Giorgio en la que parece que la Basílica y el Monasterio, por un milagro divino, flotan allí en las plácidas aguas del laguna veneciana. La belleza de la fachada de la Basílica tiene una razón de gran importancia, de hecho fue diseñada por Andrea Palladio, quien con su sagacidad artística supo dar a la Basílica de San Giorgio un encanto comparable a las bellezas recién descubiertas en San Marco.